O tema da morte, ultimamente, tem merecido um destaque em minhas meditações. Nesse sentido, encontrei um poema de Carlos Alberto Boaglio, poeta, escritor e ator argentino, que com muita sensibilidade e consciência abordou o assunto num poema maravilhoso, que nos inspira a viver o presente, a não lamentar o que não podemos mudar, que transcrevo a seguir, no original:
“Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras, y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, y casi en el aire, con paso muy fino, búscame en mi casa, búscame en mis libros, búscame en mis cartas, y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mí me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, corre hacia el espacio, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra, toma toda el agua y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho, disimula el acto, búscame en los niños, el café, la radio y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha.
La llama encendida no se va a apagar por el simple hecho de que no esté más.
Los hombres que ‘viven’ no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños, y el sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano, y estarás conmigo sellada en contacto, y aunque no me veas, y aunque no me palpes, sabrás que por siempre estaré a tu lado.
Entonces, un día, sonriente y vibrante, sabrás que volví para no marcharme”.
Essa reflexão pode ser analisada sob diferentes aspectos, como, por exemplo, a aceitação da morte e a importância de viver o presente. Também pode ser considerada sobre a questão da despedida que, quase sempre, acontece sem avisar e o impacto que causa aos que ficam. É um convite e uma reflexão sobre a vida e a morte, o legado e a possibilidade de encontrar a paz e aceitação em um fato inexorável.
A propósito, em João, 16,5 temos: “Eu lhes digo a verdade, convém que eu me vá, porque se eu não for, não virá o Espírito da Verdade”, complementando no versículo 13 do mesmo capítulo: “Quando vier o Espírito da Verdade, ele encaminhará vocês para toda a verdade, porque o Espírito não falará em seu próprio nome, mas dirá o que escutou e anunciará para vocês as coisas que virão a acontecer”.
O Espírito da Verdade já veio.
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